El año 1910 fue una época convulsa en España. El 9 de febrero de ese mismo año, el Rey Alfonso XIII encarga a José Canalejas, partidario de la democratización y del reformismo social, la formación de un nuevo gabinete. Comienza el nuevo devenir de la historia española reciente en la que tanto Dº Antonio Maura, desde el lado conservador, y Dº José Canalejas desde el lado reformismo, intentaban dar forma a la nueva realidad social que estaba despertando.
Tras el desencanto de la pérdida de las últimas colonias, España se agita, se revuelve, busca su sitio en el nuevo orden mundial. Surgen diversas adhesiones todavía embrionarias, surgen grupos socialistas, organizaciones obreras, se discute el poder de la Iglesia y su relación con el Estado, la sociedad se empieza a dejar oír, los movimientos nacionalistas ganan fuerza. La situación entrará en caída libre a partir de 1912. Pero volvamos atrás en el tiempo, a ese año de 1910.
El 29 de julio de 1910 en Cabezuela del Valle, nace Marceliano Sayáns. Hijo de Dº Francisco Sayáns Ocampo, médico de la localidad, y de Dª María Castaños Fernández. La primera infancia transcurre feliz, junto a sus padres y sus tres hermanas, rodeado del bello y majestuoso paisaje verde del Valle del Jerte, donde, tal vez, se planten las primeras semillas de un afán investigador que años más tarde germinarán en él con vigor. Pero cuando apenas cuenta con siete años de edad, fallece su padre. La familia pasará entonces a residir en la ciudad de Plasencia, en la casa número siete de la Plaza Mayor.
Es en Plasencia donde a Sayáns, que ya cuenta con ocho años de edad, se le abren puertas al conocimiento y a las primeras amistades. Dº Andrés López Canalejo será su maestro durante estos primeros años en Plasencia, hasta su ingreso en el Instituto.
La familia, que quiere dar una esmerada educación al pequeño, lo envía al Colegio Salesiano “María Auxiliadora”, en la ciudad de Salamanca, becado por la Fundación Figueroa, de Santiago de Compostela, al ser familiar del fundador. Pasan los años con el joven entregado a su tarea del estudio, pero también, como ser inquieto e investigador, a la amistad, a las aficiones del momento. Una de estas aficiones incipientes en España es el fútbol.
Junto a otros paisanos, Juan Antonio y Pepe Barona Verea forman parte del equipo de fútbol del colegio y consiguen ser campeones de Salamanca durante tres años consecutivos. En Plasencia, donde queda el resto de la familia, apenas se conoce nada de este novedoso deporte y son precisamente el joven Marceliano y sus dos amigos los que formarán el primer equipo de fútbol local. Pero les faltaba lo más importante, el balón, que consiguen gracias a Julián Silva, hijo de Dº Julián Silva, dueño de “La Casa de los Mármoles” en la calle Trujillo y de numerosas dehesas y palacios en España.
El fútbol se consolida en Plasencia con la llegada del “Bon de Gomera-Hierro”, un equipo formado en Canarias. Siguiendo el ejemplo, los Hermanos Maristas del colegio de San Calixto, forman su propio equipo, convirtiéndose en los eternos rivales de “Los Estudiantes” de Marceliano Sayáns y sus amigos. Siendo los encuentros entre Calixtos y Estudiantes los más celebrados y seguidos. Eran los tiempos de la forja de las primeras amistades duraderas, de la felicidad juvenil, de estudio, de esa cierta despreocupación y búsqueda de experiencias que separa la niñez de la adolescencia.
Sin embargo, otro mazazo golpea la vida del joven que ya tiene quince años de edad. Un golpe durísimo que le fuerza a abandonar Salamanca cuando cursaba sexto de Bachillerato, el fallecimiento de su madre. Ese curso lo estudia en Plasencia, en el Colegio de Virgilio Montes y se examina en Cáceres. Los cuatro hermanos han quedado al cuidado de la abuela materna y en poder de tutores. El joven, único varón de la familia, por las circunstancias, asume nuevas responsabilidades, ha de cuidar de sus hermanas, es el responsable de ellas y, en cierto modo, el “cabeza de familia”.
Ya con el título de Bachiller bajo el brazo, el joven marcha a Salamanca a cursar Medicina, como ya hiciesen su padre, sus abuelos y sus bisabuelos. A mediados de carrera, cambia su expediente a la Facultad de Medicina de Madrid y pasa a ser Alumno Interno del profesor Jiménez Díaz. Tras ese primer año académico, durante el verano, trabaja de meritorio en el Dispensario Central Antipalúdico de Plasencia y en su servicio Móvil del Valle del Jerte.